Décadas después, el vínculo deportivo entre dominicanos y puertorriqueños permitió que el baloncesto cobrara calidad en suelo criollo, con la integración de jóvenes de diferentes edades de los barrios de la capital y en interior del país a prácticas sostenidas.
Años después una generación de dominicanos estaba lista para enfrentar desafíos importantes con los dos países con más tradición en la disciplina del baloncesto: Cuba y Puerto Rico.
Desde entonces, con altas y bajas, el desarrollo del baloncesto dominicano ha dado al país múltiples triunfos regionales y continentales y también ha propiciado que jóvenes formados en tabloncillos criollos hayan dado el salto espectacular que los ha colocado en las competencias profesionales de Estados Unidos
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